La prohibición de la minería de criptos en Pekín y la nueva minería clandestina

Las autoridades y los mineros de Bitcoin juegan al gato y al ratón, ya que los mineros encuentran medios para mantenerse fuera del radar del gobierno y esquivar las medidas de represión.

La decisión de Pekín de prohibir la minería de criptomonedas en septiembre del año pasado parecía el fin de una industria en la que China era líder mundial. Pero parece que no es así, ya que las empresas que gestionan los ordenadores de alto consumo energético que se utilizan en la minería están encontrando formas de evadir a las autoridades.

“Todavía tengo más de 20 máquinas de minería repartidas en cinco localidades rurales de China”, dijo un minero de criptomonedas chino a Forkast en una llamada de Telegram. Pidió usar el seudónimo Lee para hablar de sus actividades y se negó a revelar la ubicación de sus operaciones.

Lee dijo que comenzó a minar en 2017 y más tarde creó una empresa de minería de Bitcoin con algunos socios, pero cuando China tomó medidas enérgicas el año pasado, trasladaron las máquinas de la empresa a Estados Unidos y Canadá. Sin embargo, mantuvo su propio equipo y lo ejecuta en zonas rurales para evitar a las autoridades.

La “minería” de Bitcoin es una metáfora del uso de redes de ordenadores para verificar las transacciones en la cadena de bloques, por lo que los mineros reciben Bitcoin. Además de los ingresos procedentes de la propia minería, la industria genera otras importantes fuentes de ingresos, como la venta de los ordenadores de alta gama utilizados, conocidos como rigs.

Meta-Luban, la mayor empresa de reparación de equipos de minería de Bitcoin en China, “vendió unos 1.500 millones de dólares en equipos el año pasado, y tiene previsto vender otros 1.000 millones este año”, dijo el director general de Meta-Luban, Mark Zhou, en una entrevista. En su página web, la empresa indica unos ingresos anuales de 2.000 millones de dólares.

Zhou dijo a Forkast que alrededor del 80% de sus clientes son de China, pero que, al igual que Lee, buscan sobre todo trasladar las máquinas de su empresa a Norteamérica, Asia Central y África.

Sin embargo, otros indicios apuntan a que la minería de Bitcoin continúa en China. El llamado “hashrate” de Bitcoin es una medida de la potencia de cálculo que utiliza la red y a menudo puede identificarse geográficamente.

La cuota de hashrate de Bitcoin en China se desplomó tras las primeras medidas de represión de las criptomonedas en mayo de 2021, pero volvió a subir en septiembre, lo que sugiere que “se ha formado una importante actividad minera clandestina en el país”, según el Centro de Finanzas Alternativas de Cambridge (CCAF).

En enero de este año, China controlaba el 21,1% del hashrate global de Bitcoin, convirtiéndose en el segundo mayor productor de Bitcoin, por detrás sólo del 37,8% de Estados Unidos, según el CCAF.

El Banco Popular de China es uno de los que más se oponen a las criptomonedas, argumentando que crean inestabilidad económica y facilitan los delitos financieros. Otros comentaristas afirman que al banco central le preocupa más que las criptomonedas fomenten la fuga de capitales de China y supongan una amenaza para los planes de lanzar una moneda digital propia que controlará.

Otro argumento en contra de los mineros es que los ordenadores que utilizan consumen enormes cantidades de electricidad y, como ésta se genera principalmente con combustibles fósiles en China, socava los objetivos de neutralidad de carbono del país. Los mineros han replicado que suelen utilizar la electricidad sobrante generada por fuentes de energía renovables.

Las autoridades chinas han adoptado varios enfoques para identificar y reprimir las operaciones mineras ocultas. Han examinado el consumo inusual de electricidad y las direcciones IP de los ordenadores asociados a los grupos de minería para localizar las explotaciones mineras.

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